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¿Cuáles son las zonas erógenas y por qué son claves en un masaje erótico? Cuando se inicia una sesión, la masajista erótica trata de acceder a los resortes que activarán la liberación del cuerpo y la mente de la persona que recibe el masaje. Trata de buscar un nuevo estado que maximiza el nivel de bienestar.
Para lograrlo, es necesario conocer las diferentes zonas de la anatomía, partiendo de la base de que cada ser humano es único. Es por eso que las profesionales de Masajes Shiva se centran en conocer durante una primera fase la anatomía de la persona con la que interactúan. Mediante caricias y acercamientos con diversas partes del cuerpo, la masajista explora detenidamente todos y cada uno de los recovecos del ser humano. En busca de aquellas zonas que permitan incrementar los niveles de relajación, desconexión y máxima liberación.
La importancia de las zonas erógenas
Para alcanzar los máximos niveles de bienestar durante un masaje tántrico, es necesario activar todas las terminaciones nerviosas. Las zonas erógenas son partes del cuerpo que, bien por esa presencia de terminaciones, o por cualquier otro motivo, resultan especialmente sensibles.
Se trata de puntos especiales que, con las técnicas tántricas adecuadas, pueden ser activados en un baile energético coral que revoluciona las sensaciones más profundas del ser humano. Elevando la experiencia a niveles que no se han experimentado antes.
De ahí la importancia de prestar atención a estas áreas. No solo mediante el tacto. Olores, susurros, jadeos e incluso la zona corporal utilizada para activar las zonas erógenas resultan claves en este proceso que busca vivir un masaje erótico en su máxima expresión.
¿Cuáles son las zonas erógenas?
Alfred Kinsey fue un antropólogo que durante la década de los 50 estudió el comportamiento de la sociedad estadounidense respecto a sus conductas sexuales. Se le considera un pionero en investigaciones de este ámbito.
En uno de sus análisis Kinsey confirma uno de los puntos más comunes cuando se trata de establecer el mapa erógeno de los hombres: los lóbulos de las orejas. Más concretamente, el 28% de los encuestados aseguró que valoran especialmente la succión en esa zona.
La zona es importante, pero también la forma en la que se interactúa con ella y las sensaciones que se pueden llegar a producir. Otra investigación de Kinsey constató que al 60% de los hombres les resulta agradable que actúen en su espalda y hombros. Con la curiosidad de que desean aquí un contacto intenso. De hecho, según estos mismos datos, el 78% de los hombres no deseaban caricias suaves en estas áreas porque en realidad les ponía nerviosos.
Otra evidente zona erógena son los testículos. Según estos mismos datos, el 12% de los hombres puede llegar al orgasmo únicamente estimulando el escroto y los testículos.
Vamos a incluir también la nariz como zona erógena, aunque en este caso por un motivo diferente a la activación mediante el tacto.
La nariz es el órgano por el que captamos los olores. El olor es fundamental en las fases de desarrollo de un masaje tántrico, tal y como reconocen nuestras propias masajistas. Según afirman, es posible elevar la calidad de la sesión si se utilizan perfumes sutiles a la par que profundos. Especialmente en los masajes cuerpo a cuerpo con interacción, en donde la persona que recibe el masaje puede acercarse a la masajista para ampliar el tantrismo a su máxima expresión.
En este conocimiento del ser, el olfato juega un papel fundamental, siendo uno de los primeros receptores de nuevas sensaciones cuando se inicia el acercamiento entre los dos protagonistas de la sesión.
Por el mismo motivo que los anteriores, los ojos son también cruciales. De ahí que la imagen de nuestras masajistas sea impecable y cuidada. Puedes consultar todas las especialistas de Masajes Shiva en nuestra página web.
Conocer nuestro cuerpo para conocer nuestras zonas erógenas
En cualquier caso, cabe destacar que cada ser humano es diferente. Resulta vital conocer bien nuestro cuerpo. No solo durante sesiones de autoconocimiento. También es necesario dejarnos llevar, de la mano de otras personas, hacia un mundo tan desconocido como sorprendente.
Sin darnos cuenta, tendemos a autolimitarnos en nuestras acciones y en nuestra propia imaginación. Una masajista tántrica explorará zonas de un modo distinto, siendo capaz de desarrollar y generar en la persona que recibe el masaje sensaciones que nunca ha experimentado con anterioridad.
Descubriendo, en consecuencia, zonas erógenas y nuevas técnicas de acercamiento a ellas que amplificarán las sensaciones que se pretenden en este tipo de sesiones.